Branding. Estrategia. Naming. Señalización.
El Subte está anclado en la memoria colectiva de la ciudad y su denominación surge de la gente: son los propios porteños los que transformaron el tren subterráneo en Subte. En el proceso de rebranding del Subte, tomar ese término como nombre fue la primera decisión estratégica implementada, honrando el postulado de Frank Chimero: la gente ignora el diseño que ignora a la gente.
En esta misma senda, enfatizamos la paleta de color que otorga identidad a las diferentes líneas del servicio. Si mucha gente dice “me tomo la roja” o “me tomo la azul”, entonces los colores de las líneas debían tener una presencia incuestionable.
Transformar el histórico mapa vertical en uno horizontal, con la traza de las líneas esquematizada, fue esencial para la legibilidad y recordación del mismo. La yuxtaposición de la traza subterránea con la trama urbana permite la posibilidad de vincular hitos de la ciudad con el menú del servicio del Subte.
Más de un millón de personas utilizan diariamente el Subte de Buenos Aires. Ellas se identifican no sólo con las líneas sino también con las estaciones. Una estación se convierte en un hito de un barrio; un espacio con el cual se establece un vínculo. Funcional y emocional. Entender estos códigos es la clave para el branding de un espacio público tan importante e icónico como el Subte.